Pero, ¿cree usted posible que yo adivinase en él tal sentimiento?
En eso, precisamente, está tu sinrazón: en no haberme comprendido.
¿Cómo adivinar lo que sentías, después de una ausencia de tantos años y de todo lo ocurrido...?
¿Acaso es también culpa mía que aquel buen hombre se os llevase del modo como lo hizo? (Volviéndose al Director). Ya le he dicho que, inesperadamente, y porque él había encontrado en otra ciudad no recuerdo qué empleo, desaparecieron y perdí sus huellas. Transcurrieron los años y forzosamente fué atenuándose mi interés. Pero el drama estalla, imprevisto y violento, a su regreso, que yo ignoro, cuando desventuradamente arrastrado por la miseria de mis carnes aún vivas... ¡Sí, miseria, verdadera miseria para la soledad de un hombre que no ha querido ataduras envilecedoras: ni tan viejo que pueda prescindir de la mujer, ni tan joven que pueda