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APÉNDICE

el nombre; habian entre ellos algunos enemigos declarados de nuestra sagrada causa.

Los diputados de todo el reino se incorporaron a la junta, i en el mismo acto los de las provincias reclamaron i protestaron contra el aumento de los seis, pero inútilmente; la facción ya estaba formada, i el excesivo número de votos sofocaba i burlaba las mas justas i equitativas instancias. Desde entonces todo fué desorden i anarquía, i nuestra sagrada causa recibió heridas tan graves, que solo han podido curarse con cauterios.

El comandante de artillería, que el 1.º de abril habia dado orden para que las tropas sublevadas se recibiesen en el parque, se hallaba por este hecho i por otros muchos, gravemente indiciado de complicidad en el atentado de Figueroa; i a pesar de esto, se corta i se sofoca su causa, i se le nombra comandante de las armas; habian otros indiciados, acusados i procesados, i todos se ponen en libertad, sin poner en estado sus causas, i sin seguirlas.

El erario ya exhausto i quebrado en cerca de medio millón de pesos, se disipa en sueldos i en erogaciones que se hacian a instancia o en provecho de los mismos diputados. Los oficios i empleos de confianza i de mas riesgo, si se procedía de buena fe, debian conferirse a los patriotas i a los que habian demostrado mas ínteres i adhesión a nuestra sagrada causa; este era el único medio de hacerla prosperar, de apartar todos los riesgos, i de afianzar el sistema sobre bases estables; mas no era este el plan de los dipudos: los patriotas, los oficiales veteranos, los mas decididos, los mas esclarecidos i que mas habian trabajado por la justa causa, i en salvar la patria, son olvidados, son calumniados, son perseguidos, i por un plan sistemático, se dan todos los empleos i oficios de confianza a los enemigos de nuestra libertad, o lo que no es ménos, a los que jamas habian demostrado el menor ínteres por ella, i aun en estas provisiones solo rejia el egoísmo, i la parcialidad mas desenfrenada, sin que se atendiese al mérito i aptitud de los previstos.

Para precaver las funestas consecuencias del egoísmo, algunos de los trece nobles diputados proponen en la junta que se acuerde por regla invariable que ninguno de los vocales podría solicitar, ni admitir empleo hasta un año despues de concluido el Congreso. La mocion era de manifiesta justicia, i de una conveniencia indubitable, i era conforme a la disposición de nuestras leyes i a los principios de la buena política; mas no era del agrado ni del ínteres de los diputados de la facción, i esto bastó para que se hubiese rechazado: querían no cerrar la puerta a los efectos funestos del egoísmo, querían no perder el cebo con que atraían i seducían a los débiles para aumentar sus votos.

El jeneroso pueblo de Santiago, consultando a su propia seguridad i a la del sistema, pide permiso para formarse en un batallón o cuerpo de patriotas, en que queria alistarse una gran parte de la nobleza; el pensamiento era laudable i de una utilidad notoria; se lo concede la junta. Mas estos mismos diputados, poco despues, suspenden el permiso con pretestos frivolos; ofrecen organizado oportunamente, engañan al pueblo, i el cuerpo de patriotas no ha existido.

El derecho de representar es tan sagrado que ni se puede enajenar, ni se puede perder con el tiempo, ni puede ser sospechoso o temido a otros gobernantes que a los déspotas o tiranos; pues, estos mismos diputados prohiben por un edicto al jeneroso pueblo de Santiago, de quien tenían toda su autoridad i facultades, que pueda representar sus agravios o pedir lo que juzgue conveniente a la felicidad jeneral, i quieren que solo pueda hacerlo por medio del procurador, que era un joven muí mal opinado por sus principios, que ellos hicieron elejir, i que aquel pueblo acaba de deponer por esta razón.

Se instaló al fin el Congreso, i aquel dia que debió ser de gozo, de confianza i regocijo, fué de luto, de tristeza i de temores para toda la ciudad: una gran parte del vecindario se retiró a los campos; una gran parte de los diputados no asiste al acto solemne de la instalación, todos temían; la plaza i las calles se cubrieron de tropas que llevaban cargados los fusiles, e iban municionados con diez cartuchos; la contradicción mas obstinada de los diputados amantes de la patria, no bastó para que el mayor número de los facciosos desistiese de esta medida, que puso en consternación a todos los buenos ciudadanos.

Desde aquel momento los vocales de la junta provisional se retiraron a sus casas i no volvieron a la sala del despacho; los diputados del Congreso no tuvieron la advertencia de decirles si debian o no continuar en sus funciones, ni les escribieron una letra.

Se trató en seguida de nombrar dos secretarios. Habian en el Congreso hombres ilustres por su literatura i patriotismo, i los únicamente capaces de desempeñar tan grave encargo, i ésta era una razón que obstaba a su nombramiento. Los diputados don Manuel Salas, don Agustín Vial i don Agustín Eizaguirre se ofrecen a servir sin sueldo la secretaria; no era posible hallar unos sujetos capaces de desempeñarla mejor; los pedían ademas los otros diputados que sostenían la justa causa; pero el mayor número de la facción toma el partido estraño de preferir i nombrar a dos curas de los partidos, los arranca de sus parroquias, a pesar de la prohibición de las leyes i de los cánones, i les señala sueldos considerables; desde entonces se acrecentó el desorden, si era capaz de recibir aumento; habian ya corrido cerca de dos meses, i aun no se habia estendido el acta de la instalación, ni se habia escrito en los libros un acuerdo, una providencia, una resolución; los curas al fin reconocen su insuficiencia, la esponen al Congreso, hacen sus renuncias, i despues de haberlas repetido, se las admiten,