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CONGRESO CONSTITUYENTE

para dar al enfermero. Este, casi arrodillado con la mayor humildad, le dijo: castígueme usted o haga lo que quiera que aquí estoi sin resistencia, si he cometido delito por haber obedecido a mi prelado. Yo no tuve mas que decirle: señor don Manuel, este es mucho escándalo, a presencia de tanta jente, i con esto me retiré, dejando a aquella multitud que gritaba: Peguenle a este viejo.

Poco despues llegué yo, frai José Joaquin, con los demas relijiosos i pregunté a don Manuel el motivo por que se habia ultrajado al padre prior, relijioso de tanto mérito i moderacion i se habia golpeado escandalosa i públicamente al enfermero mayor, que concurrian por el toque de campana a cumplir con las funciones de su instituto i leyes de nuestra relijion. Respondió: "Con usted no hai nada padre provincial," i me tomó del brazo para que entrase con él para la sala. Yo me resistí diciéndole: "Se ha botado vergonzosamente a mi Comunidad, pues, yo debo seguirla. Este insulto escandaloso que se ha hecho al enfermero mayor i al padre prior es contra mí i contra toda la relijion"; a esta respuesta resistente dijo primero el hijo de don Manuel i despues éste: Pues váyanse, que no necesitamos de capachos porque para eso tenemos peones.

Por este suceso i por otros que ántes hemos esperimentado, comprenderá el elevado discernimiento de V. E., que al pretesto de proteccion se pisotean con el mayor escándalo las inmunidades i prerrogativas que se nos han respetado desde la mas remota antigüedad, con arreglo a nuestras sagradas leyes i bulas pontificias i en especial a unos prelados de una relijion dedicada solo a la curacion i asistencia de los enfermos. Nuestras casas se han llamado hospitales reales por la proteccion i asistencia que las han dispensado los reyes, i desde el sacudimiento del yugo todas las majistraturas de la Patria ¿i de qué ha dependido este trastorno conculcatorio? ¿Por qué hemos estado privados de nuestros derechos i sujetos a seglares que, sin revestirse de las intenciones benignas de la Supremacía, se han excedido a meter la hoz en mies ajenal V. E. S. es el patrono i único protector de los sagrados cánones i primer defensor de las relijiones que, con la Iglesia, son el objeto primario de nuestra República cristiana. Si las otras que no tienen la felicidad de profesar la nuestra respetan i defienden hasta rendir el último suspiro a sus relijiones i deidades, como el único objeto i centro de sus adoraciones, i trabajan como han trabajado desde el principio del mundo por su magnificencia i culto, consumiendo inmensos caudales i conformando en todo su política con las leyes de la moral, ¿con cuánta mayor razon i fundamento debemos esperar de su autoridad suprema la proteccion a que aspiramos?

Como estamos privados de nuestras temporalidades, aunque miramos con dolor la confusion de; diversas enfermedades i de diversos enfermos, no podemos remediarlo. Observamos que las lanas de los que mueren de calenturas lentas, se confunden con las de los que murieron de viruela, erisipela negra, luegálica, gangrena i de otros males contajiosos, i despues sirven para colchones que se ponen indistintamente a toda clase de enfermos, i de esto resulta que los que entran a curarse una leve enfermedad, mueren de otra que contraen. Por eso es, sin duda, que en estos últimos tiempos no se ha logrado la curacion de amputado alguno. Este perjuicio tan grande a la humanidad, no podemos aunque queramos evitarlo, pues no somos árbitros de cosa alguna.

Nuestras temporalidades dan para todo con aquella perfeccion apetecible. Los hospitalarios que son los primeros que deben decentemente alimentarse, i a cuyo cuidado se han dejado, pueden, como siempre han podido, conservar muchas camas para enfermos, como siempre lo hicieron nuestros antecesores, manifestando a la faz de los pueblos i aun con documentos su verdadera provechosa inversion, i con mas escrupulosidad por lo respectivo al auxilio que su beneficencia suprema tiene asignado del tesoro público. Aseguramos que florecerá el cuidado i vijilante, amorosa asistencia en la mejor curacion de tantos brazos fuertes i laboriosos, de que se priva inseparablemente el Estado cada dia, por este defecto con que camina la República a su decremento contra la voluntad suprema de V. E.

Las temporalidades de nuestra relijion tienen dos fines interesantísimos por la lei suprema que es el mandato de los piadosos disponedores. El primero la conservacion de la relijion en sus hospitalarios: i el segundo la asistencia i curacion de los enfermos i ¿ha podido con justicia privársenos de este derecho adquirido en propiedad i posesion? Si dieron algunos prelados motivos para que se tratase de reparar la dilapidacion i el desperdicio en detrimento de unos terceros tan dignos de compasion, pudieron haberse señalado diputados que atalayasen sus operaciones o haberlos obligado a rendir anualmente un estado cabal documentado de sus ingresos i de su inversion; pero privar a todos de la administracion económica i directiva, nos parece disconforme a nuestros derechos i a la perpetuidad de nuestra relijion.

V. E. S. quiere que nuestra relijion prevalezca con todos sus respetos i con todos sus derechos. V. E. S. quiere que esto dure miéntras que haya hombres sujetos a enfermedades. I V. E. S. quiere tener unos relijiosos caritativos i regularmente ilustrados por práctica para que, por el principal precepto de su profesion, ejerciten la humanidad en la parte de su pueblo que mas la necesita, ¡qué gloria será para V. E. S. cuando vea que, no solo el hospital que está a nuestro cargo, sino el militar i de mujeres se halle asistido por relijiosos virtuosos i decididos por la salud de sus semejantes! ¡qué bendiciones recibirá de las jentes cuando éstas cuenten con unas asistencias prolijas i llenas de caridad por sus her