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SESION DE 22 BIS DE ABRIL DE 1825

ninguna que dar ni defensa que hacer a mi favor, sino lo que ministran los mismos autos. Tengo con ellos para vindicarme aun mucho mas de lo que se necesita; i en ellos i en la ¡lustrada justificación de Vuestra Soberanía se apoya toda mi defensa, i son el escudo de mi inculpabilidad i del honor mió i de toda mi familia.

Puedo prescindir de mi defensa, como llevo dicho; pero no de elevar a vuestros oidos soberanos como ciudadano de esta República, i aun como hombre puramente, mi clamor sobre la escanda osa infracción de las primeras leyes naturales i sociales que impunemente se han atropellado en daño i perjuicio mió la noche del diezinueve de Febrero próximo pasado, en que se hizo la violenta aprehensión de mi persona. El principio o causa suficiente de ella no fué sino la denuncia de un hombre inicuo (hablo en esto i en todo lo demás bajo de la protesta de mis debidos respetos) que lleva i ha llevado desde mucho tiempo sobre sí la execración pública.

Ese infame, falso denunciante, no debió merecer del Gobierno otra cosa que su desprecio, ni recibir de él sino la debida corrección que corresponde al que trata de turbar el órden i tranquilidad pública, comprometer las autoridades i quitar la paz i buena armonía de las familias. Ni el Gobierno ni el público de Santiago ignora que Sotomayor es un pariente i un favorecido mió, a quien siempre he protejido i auxiliado con cuanto he podido; i no ignoraba, de consiguiente, que éste era un ingrato desconocido i enemigo de su misma sangre.

Este monstruo sin fama pública, i este execrable enemigo de su linaje, es el único principio que se reputó por bastante para aprehenderme como al mayor criminal; i para haberme puesto en el hecho afuera de toda la protección de las leyes, puesto que todas a un tiempo dejaron de observarse cuando se trató de mi aprehensión.

Mi casa que, como la de todo ciudadano debe ser un asilo sagrado de su persona, según las leyes, dejó de serlo para mí en ese momento; i según el sistema inquisitorial mas horroroso, fué allanada a las doce i media de la noche del mencionado diezinueve de Febrero. Todo el mundo sabe que en esta hora son desacostumbrados i aun prohibidos semejantes actos, i sin embargo, mi casa es rejistrada por todas partes con la mayor escrupulosidad por uno de los oficiales que fueron encargados de mi captura con la escolta de treinta hombres bien armados. Se secuestraron también en seguida todos mis papeles, los importantes i no importantes, sin inventario ni formalidad alguna, no haciendo mas que tomarlos todos a discreción i conducirlos a donde yo ignoraba.

¿Pero, que mucho que se cometiesen estas violencias en todas las habitaciones de mi casa i con todos mis papeles, cuando mi propia persona no se libró de ellas, i fué llevada del modo mas injusto i grosero, que puede imajinarse, a un calabozo tan inmundo, desacomodado i estrecho, que apénas proporcionaba capacidad a una cama mui pequeña? En él permanecí incomunicado del modo mas rigoroso que cabe, sin otra luz que la artificial que me podia proporcionar, sin facilitarme el menor alivio ni medio de defensa hasta los doce dias, en que se vino a tomarme una declaración instructiva.

Aun cuando hubiera sido un verdadero criminal, no se podia, ántes de estar calificado mi delito plenamente como corresponde, hacerse conmigo legalmente otra cosa que detenerme de un modo decoroso i conveniente a un ciudadano que, en la República, ha sabido recomendarse con importantes servicios i que ha ejercido las funciones de la majistratura de mas rango i dignidad. Sin embargo de todo esto, i lo que es mas, sin poder saberse todavía si era o nó un criminal, i ántes por el contrario, con todas las probabilidades de no serlo, se me hace sufrir la pena del mas duro i estrecho carcelaje, i no la mera detención que únicamente debia haber tolerado, según las leyes.

Asombra, a la verdad, ver cómo, en presencia de Vuestra Soberanía, se han hollado del modo mas irregular i arbitrario los primeros i mas sagrados derechos del ciudadano i del hombre, privándome del uso de todos ellos; principalmente del derecho de asilo que todos deben tener en su hogar, de mi seguridad individual i del uso de mis propiedades. Por el recobro i conservación de éstas, emprendimos i aun continuamos en la lucha mas gloriosa en contra al tiránico Gobierno español, que nos los tenia usurpado, i nos hemos constituido en una sociedad o reunión de hombres libres. Por lo tanto, es inconcebible cómo, dentro de su mismo seno i contra la naturaleza de las leyes i el sistema de nuestra asociación, se ejecutan estos actos, que están con ellas en manifiesta i eterna contradicción.

Es preciso que las leyes recobren su respetabilidad i vigor, i que Vuestra Soberanía trate de que no sean en lo sucesivo el juguete de los infames calumniantes, de las maquinaciones de la venganza i del encono. Yo presento en esta ocasion un ejemplar innegable de esta triste verdad, porque todos mis padecimientos i la privación del uso de mis derechos sociales no han tenido otro fundamento o razón que él falso denuncio de Sotomayor, i la antigua enemistad i rivalidad que tiene la familia de Errázuriz i la mía; por lo que siempre se ha servido de cuantos medios le han parecido conducentes a la ruina absoluta de ésta. Los autos mismos suministraron un testimonio palpable, porque en ellos se manifiesta que don Javier Errázuriz, hermano político de Sotomayor, aparece ántes del juicio como un delator, al principio de él como esponente, i en su medio se presenta en la Sala de la Representación Nacional como una persona que quiere vindicarse de haber tenido ninguna parte en la persecu