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CÁMARA DE DIPUTADOS

Las antiguas fortificaciones han venido por tierra en su mayor parte i las que se conservan aun están casi enteramente desarmadas.

Los puertos habilitados de nuevo al comercio, permanecen de todo punto desguarnecidos; de manera que no en toda nuestra estensa i vulnerable costa un sólo punto que pueda llamarse fuerte, pero que ni tenga siquiera los elementos indispensables para su defensa. No teme el Gobierno de próximo ningun trance que pueda comprometer la seguridad de la República, porque el caso de guerra parece estar felizmente mui remoto de nuestra política i del estado de nuestras relaciones internacionales.

Pero las obras de que trato no son de aquellas que se reservan para emprenderse bajo el fuego de los enemigos. Son hijas de la prudencia que aconseja prepararse en las paz para estar apercibidos en la guerra; i seguramente que si hai pueblos para quienes esta razon de prudencia es poderosa, son aquellos que, como el nuestro, no cuentan en su propio seno con elementos bastantes para improvisar una defensa.

Todo lo debemos traer del estranjero: las armas, los pertrechos, la ciencia que enseña a disponer de nuestras mismas fuerzas naturales. ¡Cuan imprudente no seria, pues, esperar la hora del combate para mandar a paises estranjeros en busca de aquellos elementos! ¡Cuan criminal la imprudencia del Gobierno que, encargado de velar en la seguridad de la República, echase en olvido el primero de sus deberes i dejase inermes a discrecion del enemigo las poblaciones litorales! I por otra parte ¿tenemos acaso tanta razon para vivir confiados en la prolongacion de la paz que nos echemos con una estúpida seguridad en el porvenir siempre incierto i proceloso?

No ha habido una sola de las Repúblicas Americanas, que en los breves dias de su existencia no haya tenido que recurrir a las armas en defensa de su territorio amenazado. ¿Chile mismo no ha sido visitado pocos años ha, por una escuadra enemiga que recorrió sus puertos e intentó desembarcos, que si bien fueron rechazados por el noble denuedo de las tropas cívicas, pudieron costar muchas vidas jenerosamente espuestas sin reparo al frente de las naves bloqueadoras? La mera posibilidad de un desacuerdo con las naciones con que estamos en contacto, basta para exitar nuestros temores i hacernos precavidos.

Aun cuando nada de esto ocurriera, i lográsemos conservarnos en perpetua paz con las naciones de la tierra, habria siempre necesidad de construir fortalezas en los puertos habilitados para el comercio, a fin de hacer respetar las autoridades territoriales i observar leyes fiscales mas de una vez violadas impunemente.

Los buques surtos en nuestros puertos no tienen actualmente respeto alguno que les imponga; pueden dar la vela sin cumplir con las formalidades que les están prescritas i salvar sus responsabilidades con la fuga, libres del temor de ser detenidos.

La única garantía que las leyes i autoridades nacionales tienen en el dia para ser respetadas, es el propio interes mercantil que de ello resulta a los buques que abordan a los puertos, miéntras el curso de sus espediciones les obliga a volver a colocarse al influjo de las mismas autoridades i leyes: triste condicion, por cierto, para una nacion civilizada!

El Gabierno no ha podido volver los ojos para no ver este órden de cosas; ni debe tampoco ocultarlo al Congreso, porque ha llegado el tiempo en que los recursos del erario permiten atender a tan importante ramo i remediar los males que en él se esperimentan.

A fin de ilustrar su juicio ha consultado a los oficiales de capacidad i la memoria presentada por uno de ellos, que acompaño a esta esposicion, ha dejado satisfechos sus deseos: la recomiendo a la consideracion de las Cámaras. Ella ofrece todos los datos necesarios para resolver con acierto i sujiere mui claras i luminosas noticias. A la facilidad i sencillez del plan de fortificaciones que propone, añade la ventaja de la economía en los gastos de ejecucion, pues que la suma de $15,000 invertida durante un corto número de años es casi indiferente en el estado próspero de las rentas públicas.

Para adquirir la artillería que debe guarnecer las nuevas fortificaciones, hai el espediente, allí mismo insinuado, de venta de los cañones de bronce que tenemos en abandono, i comprar con su producto otros de fierro que siendo igualmente a propósito para el servicio en cuanto al material, reuna las ventajas introducidas por la ciencia moderna en objetos de esta clase, i sean ademas calculados para las nuevas fortificaciones.

Mui luego presentaré al Congreso un proyecto de lei a fin de que se autorice al Presidente de la la República para llevar a efecto estos pensamientos.

Con el último año legal, el Gobierno ha verificado la empresa de remitir una colonia al Estrecho de Magellánes con el mui interesante objeto de probar la posibilidad de establecer por aquella parte una vía de navegacion entre los dos Océanos, mas breve i segura que la que se practica al traves del Cabo.

Al Ministro del Interior toca esponer las miras que el Gobierno se ha propuesto con semejante establecimiento i desarrollar el cuadro de halagüeñas esperanzas que desde luego promete realizar para tiempos no mui lejanos. Yo debo contraerme sólo a la parte militar de la empresa, que ha jirado por el Departamento de mi cargo. Me es grato decir a este propósito, que los oficiales i tropa empleados en esta aventurera espedicion, se han conducido con mucho valor e intelijencia.

Despues de una navegacion penosísima i arriesgada por las costas autrales de la República,