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ro] Por los anteriores ejemplos habrá podido verse cuan vario y libre es'en castellano el empleo de la elipsis en todas sus formas, y cuanta soltura y donai- re comunica al estilo. Maestros fueron en su empleo, muy decaído en nuestros tiempos, casi todos los escri- tores clásicos de la buena época, y por sobre todos ellos Cervantes. —
11] Sentadas estas generalidades, veamos los prin- cipales casos en que la Sintaxis puede reducir la elipsis a reglas fijas.
a] Uno de estos casos se refiere a la elipsis de la conjunción que, interesantísimo tema y digno de al- gún desarrollo.
La conjunción que, como es sabido, suele unir al verbo de ciertas oraciones, otras oraciones dependien- tes de dichos verbos: Deploraré que se retrase el correo. Ruego a Vd. que disculpe. Ahora bien: es corriente la omisión de dicho que: Deploraré se retrase el correo. Ruego a Vd. me disculpe.
Esta elipsis del gue, está autorizada por los más notables autores de la mejor época del idioma, como lo prueban los siguientes ejemplos reunidos por Be- not (4. 321.): Quiero, Sancho, me digas lo que acerca de esto ha llegado a tus oídos. (CERVANTES.) Quiera Dios halle algún agradecimiento mi deseo. (1D.) Me dijeron no tenía que ofenderme. (QUEVEDO.) Mas no me espanto lo sea. (TIRSO.)
Esta elipsis de la conjunción que, facultativa en todos los demás casos, tiende a volverse obligatoria, si ya no lo es, antes del pronombre relativo gwe, en cláusulas donde dicho
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