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carbon para indicar arriba su procedencia.

La campana del reloj, colgado en el muro dió pausadamente las seis. De cuando en cuando un minero jadeante se precipitaba por la puerta, descolgaba su lámpara i con la misma prisa abandonaba la habitacion, lanzando al pasar junto a la mesa una tímida mirada al capataz, quien, sin despegar los labios, impasible i severo, señalaba con una cruz el nombre del rezagado.

Despues de algunos minutos de silenciosa espera el empleado hizo una seña a los obreros para que se acercasen, i les dijo:

—Son ustedes barreteros de la Alta, no es así?

—Si, señor, respondieron los interpelados.

—Siento decirles que quedan sin trabajo. Tengo órden de disminuir el personal de esa veta.

Los obreros no contestaron i hubo por un instante un profundo silencio.