ostentaban bajo el cielo eternamente opaco la desnudez de sus ramas i de sus troncos.
En las chozas de los campesinos el hambre asomaba su pálida faz a traves de los rostros famélicos de sus habitantes, quienes se veian obligados a llamar a las puertas de los talleres i de las fábricas en busca del pedazo de pan que les negaba el mustio suelo de las campiñas exhaustas.
Habia, pues, que someterse a llenar los huecos que el fatídico corredor abria constantemente en sus filas de inermes desamparados, en perpetua lucha contra las adversidades de la suerte, abandonados de todos, i contra quienes toda injusticia e iniquidad estaba permitida
El trato quedó hecho. Los obreros aceptaron sin poner objeciones el nuevo trabajo i un momento despues estaban en la jaula, cayendo a plomo en las profundidades de la mina.
La galeria del Chiflon del Diablo tenia