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creia que era inútil tratar de sustraerse al destino que cada cual tenia de antemano designado.

Cuando una hora despues de la partida de su hijo Maria de los Anjeles abria la puerta, se quedó encantada de la radiante claridad que inundaba los campos. Hacia mucho tiempo que sus ojos no veian una mañana tan hermosa. Un nimbo de oro circundaba el disco del sol que se levantaba sobre el horizonte enviando a torrentes sus vividos rayos sobre la húmeda tierra, de la que se desprendian por todas partes azulados i blancos vapores. La luz del astro, suave como una caricia, derramaba un soplo de vida sobre la naturaleza muerta. Bandadas de aves cruzaban, allá léjos, el sereno azul i un gallo de plumas tornasoladas desde lo alto de un montículo de arena, lanzaba un alerta estridente cada vez que la sombra de un pájaro deslizábase junto a él.