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El suceso no tenia las proporciones de las catástrofes de otras veces: solo habia tres muertos de quienes se ignoraban aun los nombres. Por lo demas i casi no habia necesidad de decirlo, la desgracia, un derrumbe, habia ocurrido en la galeria del Chiflon del Diablo donde se trabajaba hacia ya dos horas en estraer las víctimas, esperándose de un momento a otro la señal de izar en el departamento de las máquinas.

Aquel relato hizo nacer la esperanza en muchos corazones devorados por la inquietud. Maria de los Anjeles, apoyada en la barrera, sintió que la tenaza que mordia sus entrañas aflojaba sus férreos garfios. No era la suya esperanza sino certeza: de seguro él no estaba entre aquellos muertos. I reconcentrada entre si misma con ese feroz egoismo de las madres oía casi con indiferencia los histéricos sollozos de las mujeres i sus ayes de desolacion i angustia.