De pronto, allá a la distancia, apareció una luz seguida luego por otra i otras hasta completar algunas decenas. Asemejábanse a pequeños globos rojos flotando en un mar de tinta i que subian i bajaban siguiendo la ondulada curva de un invisible oleaje.
El capataz sacó su reloj, i dijo, interrumpiendo el embarazoso silencio.
— Son los barreteros de la Media Hoja que vienen a tratar de la cuestion de los rebajes. Ayer quedaron citados para este sitio.
I siguió dando minuciosos detalles sobre aquel asunto, detalles que su superior oia con manifiesto desagrado, su entrecejo se fruncia i todo en él revelaba una impaciencia creciente i cuando el capataz repetía por segunda vez sus argumentos:
— Es, pues, imposible aumentar los precios porque, entónces, el costo del carbon...
— Un ya lo sé, áspero i seco le cortó la palabra bruscamente.