mucho esfuerzo, á cinco de Febrero[1], día de santa Águeda, del año de mil y quinientos y noventa y siete; dejando hecha en aquella haza, y por ella en todo aquel reyno, una grande sementera, regada con su sangre; de que se espera coger copioso fruto, de gran conversion á nuestra santa Fé católica. Antes que los santos fuesen puestos en las cruces, escribieron al doctor Antonio de Morga, una carta á Manila, de mano de Fr. Martín de Aguirre, que á la letra es como se sigue:
Á Dios, señor Doctor, á Dios, que nuestro Señor por su misericordia, ha sido servido (no mirando á mis pecados) de juntarme en compañía de veinte y cuatro siervos de Dios, que mueren por su amor; de los cuales, seis somos frailes de San Francisco, y los diez y ocho naturales Japones; y con esperanza, de que otros muchos irán por el mismo, v. m. reciba el último vale, y los postreros abrazos de toda esta compañía; que todos reconocemos el favor que ha mostrado á las cosas desta conversion. Y agora por la despedida le rogamos (y yo particularmente) que tome por negocio propio, el favorecer esta Cristiandad; siendo padre, y favoreciendo todas las cosas que se ofrecieren, á la mision de los religiosos, á esta conversion, así halle v. m. quien le favorezca, y interceda delante de Dios, al tiempo de la necesidad. Á Dios señor, á la señora doña Juana dará v. m. el último vale, nuestro Señor guarde, etc., del camino de la horca, y de Enero veinte y ocho, de mil y quinientos y noventa y siete años.
Este Rey, queda muy engolosinado, de lo que ha robado en San Felipe, y dicen que el año que viene ha- ↑ Esto es, 6 de Febrero.