cieron este martirio; el uno, llamado Fr. Jerónimo de JESVS, se escondió y metió la tierra dentro, por no salir della; el otro, lo recogieron los padres de la Compañía, y lo enviaron por la vía de Macan, que se llamaba Fr. Agustín Rodriguez. El general don Matia, y los Españoles de la nao salieron de Japon desnudos y desaviados, se embarcaron en Nagasaqui, y fueron á Manila, en diferentes navios de los que hacen aquella navegacion, á cuenta de Portugueses y Japones; de los cuales, se tuvo la primera nueva deste suceso, por el mes de Mayo, del año de noventa y siete; que fué de mucho dolor y tristeza, por la muerte de los santos religiosos, y turbacion que se esperaba en lo de adelante, en las cosas del Japon con las Filipinas: por la pérdida del galeon, y haciendas que en él iban á la Nueva España: cuyo valor era de mas de un millon, con que los Españoles quedaban muy necesitados.
Respondiendo á esta acusación hace observar el P. Visitador que los tres Jesuítas, que por equivocación fueron crucificados en compañía de los frailes de Manila, murieron con tanta fe y constancia como los otros; uno de aquellos era Aligi (Michi) Paulo, Hermano Jesuíta por más de 12 años. Que la Compañía no les envidia á los frailes sus mártires, pero piensa que su canonización es un derecho reservado al Papa, y que por consiguiente, hasta que su Santidad no los declarase por mártires, los frailes hacían mal en distribuir sus reliquias. Culpa á los que fueron ejecutados, por haber presentado una numerosa lista de cristianos japoneses á Gibunoxo (Ximonojo) quien, por prudencia para no comprometer á muchas importantes personas, no la mostró á Taicosama. El P. Valignano niega además los milagros que los frailes atribuyen á sus mártires. «1.º Aunque se conservaron los cuerpos durante los primeros días gracias al frío, sin embargo se corrompieron después y olieron como los otros; 2.º Se ha hecho constar de que el cuerpo de Fr. Pedro Baptista derramaba sangre muchos días después de su muerte; eran solo humores corrompidos que juntamente con los intestinos salieron al exterior; 3.º Se ha pretendido de que una cantidad de su sangre se conservó incorrupta y líquida; la verdad es que Juan Bautista Bonacina, Milanés, recogió sangre en una toalla, la llevó á casa y la exprimió dentro de una botella de porcelana, cerrándola y guardándola en una caja con la intención (como me manifestó) de llevarla consigo á Italia para su particular devoción, y para referir lo que había visto con sus propios ojos. Yo acababa de llegar de la India, cuando vino á Macao, y me trajo la botella con el gozo de mostrármela porque la sangre se conservaba líquida, lo que creía maravilloso, y por que la mayor parte de aquella sangre era