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Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/144

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otros, porque íbamos á ayudar, y á buscar á quien él había desposeido. Todo esto nos contaban algunos Cristianos que había entre ellos; y principalmente, un muchacho mestizo, que había venido de Malaca, que estaba entre ellos, y sabía la lengua. Pues, considerando nosotros, que ya estábamos divididos, y que si dábamos los navíos, que era facil con ellos tomarnos los nuestros, y matar los que en ellos habían quedado, y despues á los que allí estábamos; y que si esperábamos á que juntase gente, y nos acometiese, que nos podía matar muy facil, determinamos buscar el remedio antes, acometiendo y no esperando á ser acometidos y procurar de juntarnos, y asegurar nuestras vidas, á acabarlas peleando; y así acometimos y fué nuestra suerte tan buena, que lo matamos en la batalla, y nos retiramos en los navíos, con infinito trabajo, sin perder ningun Español, y sin consentir que su casa se saquease, porque no se dijere, que por robarle lo habíamos hecho[1]. En este tiempo, llegó el capitan y sargento mayor nuestro cabo, aniquilando y afeando lo hecho, y burlando, de lo que nosotros y algunos Cambojas decían, que habíamos muerto al tirano.

Solo hizo recoger toda la plata y oro, que en estas cosas algunos soldados habían tomado, y todo lo bueno de los navíos, y luego darles fuego, y hacer papeles contra nosotros, desposeyéndonos de nuestros navíos y cargos, formando sospechas y desconfianzas, y ordenando salirse del reyno, no dando oidos á muchos Cambojas, que venían á hablarnos cuando íbamos á tierra, que nos decían que hiciésemos fortaleza, porque ellos primero tenían rey legítimo, y el que ahora había, lo había hecho huir á los Laos, y así no tenían rey; y que donde mas sombra hallasen, que allí se arrimarían; que siguiésemos la guerra; ni á nosotros admitirnos ningun parecer que dábamos; diciéndole
  1. Sin embargo, habían quemado el palacio.