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y tambien vinieron los Japones. Luego mandó el rey seguir á Chupinanu, hasta que lo prendieron y mataron. Prendió luego otro que estaba en otra provincia por juez, y lo mató. Comenzó luego guerra contra el mayor, y contra los Teles, que tampoco quisieron obedecer. A este tiempo llegó una embarcacion de Malaca, en que vinieron catorce Españoles de los de nuestra armada, que arribaron á Malaca, con los cuales el rey holgó mucho, y les hizo muchas honras, y estimó en mucho; sabiendo que eran de los que habían muerto al tirano, y de todo el reyno eran estrañamente amados y respetados. El capitan Diego Belloso los quiso sujetar á su obediencia, por virtud de un papel antiguo que tenía de Malaca, esto defendí yo, alegando que el derecho desta jurisdiccion debía ser de Manila, pues de allá era este reyno restaurado[1], y que aquellos eran Castellanos, y no tenían que ver con su papel, ni con Malaca; el rey respondió (ante quien pasó esto) que entre los dos, y en aquellas cosas, no se quería meter. Algunos de los que vinieron, siguieron su opinion, y otros la mía; y así hemos andado hasta agora, que ha sido causa de que yo no pidiese al rey fortaleza, para asegurar nuestras personas, que era ya pié para algun negocio[2], y no nos sucediera, lo que despues diré. Luego que llegaron, despachó el rey una embajada para Cochinchina, con un Español y un Camboja, en busca del padre Fr. Alonso Ximenez, y de algunos Españoles, que tuvimos por nuevas que allí habían quedado; cautivólos el Champan, no han vuelto; fuéronse luego siguiendo las guerras, y á todos íbamos, Españoles y Japones, y cuanto acometíamos, con ayuda de Dios ganábamos; y donde no íbamos, siempre se perdía: de manera que ganamos mucha reputacion,