tierra, era toda la prosperidad que se podía desear. Y si echamos de ver el bien y merced, que su Magestad nos hace en esto, lo estimaríamos harto mas, que se estima; pero creo, que lo hemos de llorar, cuando por ventura nos lo quiten. Podría alguno decir en contra desto que he dicho, de que se venga á emplear acá, que se defrauda á su Magestad el almojarifasgo, y derechos que ahora dan los Sangleyes, y de los tributos que dan, y todo tiene remedio, pues con solo los fletes, ahorraría mucho mas su Magestad, y con comprar aquí municiones, y otras cosas de que tiene necesidad, para la conservacion de esa tierra, al doble mas baratas y abundantes, y no sujetos que las lleven, cuando quieren y otras veces nos dejan sin ellas, como ya hacen cada año, pues nos fuerzan á irlas á buscar; y en lo tocante á los tributos, yo creo, se daría su Magestad por harto mas servido, de que no viniesen Sangleyes, que cobrar tributo, y por aquí podría ser, ordenase nuestro Señor, se abriese puerta para la predicacion del Evangelio, y conversion de la gente, que tanto su Magestad desea, y es lo principal que pretende; y al fin, principio quieren las cosas, y se iria abriendo camino, aunque agora parece estar cerrado, pues esperar á que los Portugueses procuren esto, no sé cuando lo harán, pues en tanto tiempo como há que poblaron aquí, no lo procuran; y aun los mismos Sangleyes lo dicen, que empezaron como nosotros, y primero iban y venían, despues se quedaron dos enfermos, y otro año hicieron cuatro casas, y así se fueron aumentando: y para hacer otro tanto, yo sé que no hay otra dificultad, sino la que ellos causan. Es cosa que espanta, volviendo á sus contradicciones, pues no sólo sienten el venir aquí, sino tambien de que vamos á Camboja, ni á Sian; dicen que son sus distritos, y no sé porque les dan este nombre, pues es muy al contrario, sino es porque de flojos les hemos dejado alzar con nuestras pertinencias, que es allá cerca del estrecho de Malaca, entra dentro de la
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