Fué de tanto daño este atrevimiento de los Mindanaos, en las islas de Pintados; así, por el que hicieron en ellas, como por el miedo y temor que los Naturales les cobraron, por hallarse en poder de los Españoles, que los tenían sujetos y tributarios, y desarmados, de modo, que ni los amparaban de sus enemigos, ni los dejaban con fuerzas para poderse defender, como lo hacían, cuando no había Españoles en la tierra[1], que muchas poblazones de Indios pacíficos y sujetos, se alzaron y retiraron á los Tingues[2], no queriendo bajar á donde tenían las casas, y sus justicias, y encomenderos; y estuvieron (como cada día lo decían) con voluntad de alzarse y rebelarse todos, que con algunas
- ↑ No nos extraña que el patriota y circunspecto Morga haya hecho constar esto sin atenuarlo ni corregirlo. Otros historiadores contemporáneos han reproducido también la misma queja.
- ↑ ¿Serranías. Del Malayo Tingi, monte, altura (P. de Tavera). De aquí la etimología de la palabra Tinguián.
registra en la historia de Filipinas. Decimos de los habitantes del Sur, pues antes hubo otras, siendo las primeras cometidas por la expedición de Magallanes, apresando embarcaciones de islas amigas y aun de las no conocidas, exigiéndoles grandes rescates.
Si hemos de considerar que estas piraterías duraron más de doscientos cincuenta años, durante los cuales las indomables razas del Sur cautivaban, asesinaban é incendiaban no sólo en las islas adyacentes, sino también hasta en la bahía de Manila, hasta Malate, á las puertas de la ciudad, y no sólo una vez al año, sino repitiéndose cinco y seis veces, sin que el gobierno pudiese reprimirlos y defender á los habitantes que desarmó y dejó sin protección; suponiendo que sólo costasen á las islas ochocientas víctimas cada año, resultan más de 200,000 las personas vendidas y asesinadas, sacrificadas todas en unión de muchísimas otras al prestigio de ese nombre: Dominio Español.
Los Españoles, sin embargo, dicen que Filipinas nada reporta á la Madre España, y que son las islas las que salen debiendo. Probablemente; la enorme cantidad de oro que se sacó de las islas en los primeros años, los tributos de los encomendados, los nueve millones de duros que constituyen los ingresos para pagar militares, empleados, agentes diplomáticos, corporaciones etc., los sueldos no sólo de gente que va á Filipinas, sino también de la que vuelve y aun de la que jamás ha estado ni estará en las islas, ni tiene que ver con ellas, sin duda que todo esto es nada en comparación de tantos cautivos, soldados muertos en expediciones, islas despobladas, habitantes vendidos como esclavos por los mismos Españoles, la muerte de la industria, desmoralización de los habitantes, etc., etc., enormes bienes que reportaron á las islas esa santa civilización.