avisando, como en una bahía della, á la parte del Norte, veinte leguas del embocadero y cabo del Espíritu Santo, habían entrado y surgido dos navíos capitana y almiranta bien artilladas, y con gente estrangera, que como amigos de los Españoles, y pidieron y rescataron de los Naturales arroz y otros bastimentos, de que venían faltos; y luego se levaron y salieron en busca del embocadero, y entraron por él, dejando escritas algunas cartas fingidas para el gobernador don Francisco Tello; diciendo eran amigos, y venían con licencia de su Magestad á Manila á sus contrataciones; por esto, y por un negro que se huyó á la isla de Capul, destos navíos, echándose á la mar, y de un Inglés[1] que en tierra prendieron los Naturales, se entendió que estas naos eran de Holanda, de donde habían salido, en conserva de otras tres de armada, con recaudo y patentes del conde Mauricio de Nasau, que se llamaba Príncipe de Orange, á hacer presas en las Indias: y que habiendo entrado á la mar del Sur, por el estrecho de Magallanes, de los cinco navíos, los tres se habían desaparecido, y estos dos capitana y almiranta corrido la costa de Chile, y tomado en ella dos navíos, y desviádose de la costa de Lima, habían pasado de mar en fuera, y hecho su navegacion, sin detenerse la vuelta de las Filipinas, donde habían entrado con ánimo de robar lo que hallasen; é informados de que se aguardaba de la Nueva España, un galeon llamado Santo Tomas, con la moneda de las mercaderías, de las cargazones de dos años, que de Manila se había enviado á la Nueva España, y que dentro de pocos días comenzarían á venir de la China los navíos de mercaderías en que podrían llenar las manos, y que no había galeras ni navíos de armada en aquella sazón que los pudiesen ofender, se determinaron llegar á la boca de la bahía de Manila, y entretenerse por allí, prove-
- ↑ John Calleway, natural de Londres, músico.