en distancia de cuatro leguas de la boca de la bahía, sin apartarse mas della, por estar mas á mano, para las ocasiones que se ofreciesen.
El doctor Antonio de Morga traía á vista del enemigo algunos navíos muy pequeños y ligeros, cubiertos con la tierra, que le daban cada día aviso del paraje en que quedaba el enemigo, y lo que hacía, que era estarse muy de asiento, metiendo sus guardias cada día por las tardes por cima de las cubiertas, con cajas y banderas, y disparando su mosquetería, con que se reconocía la fuerza, que este corsario traía, y que lo mas y mejor della era en la capitana, que era buen navío y ligero. Procuraba asimismo el Oydor que no saliese champan, ni otro navío de la bahía, porque no tuviese aviso el corsario de lo que se hacía, y teniendo el negocio en este punto, avisó al gobernador lo que estaba hecho, y que si le pareciese, tambien se armase el patache portugues, para que saliese en conserva de los dos navíos, galizabra y San Antonio de Sebú, que lo tenía embargado y aderezado para ello; proveyéronse municiones, y algunos bastimentos de arroz y algun pescado para los dos navíos, y restaba el armarlos de la gente de mar y guerra, que hubiese de salir en ellos, de que había poco recaudo, y los marineros se escondían y hacían enfermos, y unos y otros se mostraban de mala gana, para haber de salir á cosa mas de riesgo y peligro, que de particular aprovechamiento; capitanes y soldados particulares de la ciudad, que no tenían sueldo, ni acostamiento del rey, que pudieran ir á la jornada, no se ofrecían al gobernador para ella, y si alguno lo hubiera de hacer, se disimulaba, hasta saber quien iba por cabeza desta armada, que aunque algunos capitanes de la tierra lo pudieran ser, el gobernador no se inclinaba á encargárselo, ni los demas querían ir debajo de su mano, pretendiendo y presumiendo de sí, cada uno, que podía ser cabeza, y que no los había de gobernar otro su