Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/223

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nao tenía, y la poca gente que en ella iba viva, la llevaron consigo á sus poblazones, y algunos mataron, y otros los tuvieron en diversos pueblos, sustentándolos y haciéndolos mejor tratamiento: las cadenas de oro, y demas cosas de la nao, traían los Indios al cuello, y colgaban de los árboles y metieron en sus casas, como gente que no lo conocía[1].

Por Mayo, de seiscientos y uno, vino á las Filipinas de la Nueva España el galeon Santo Tomas con pasageros y soldados, y el retorno procedido de las mercaderías, que estaban atrasadas en Méjico, de que venía por general el licenciado don Antonio de Ribera Maldonado, y por Oydor de Manila. Salió en su conserva, del puerto de Acapulco, un patache pequeño, que porque no podía navegar tanto como Santo Tomas, á pocos dias de navegacion quedó atrás. Llegado sobre las islas de los Ladrones, algunos navíos de los Naturales salieron á la nao, como acostumbran, y les trujeron cinco Españoles de la nao Santa Margarita, que el año antes allí se había perdido, de los cuales se entendió la pérdida della, y como habían quedado hasta veinte y seis Españoles vivos en las poblazones de aquellas islas; que si se detenían dos días con la nao, se los traerían los Naturales.

Persuadieron al general los religiosos y gente que en su compañía venía, que pues el tiempo era bonancible, se entretuviesen en aquel pasaje, para sacar esta gente de aquellas islas, donde había un año que estaban, y ofreciéronse algunas personas de mas aliento á irlos á buscar á tierra, en la chalupa del galeon, y en

  1. Hernando de los Ríos en su Memorial y Relacion atribuye, tanto la pérdida de estos dos navíos como la del San Felipe, á la desidia de don Francisco Tello: «por esta misma razón se perdieron después otras naos, una llamada Santa Margarita, que se perdió en las Islas de los Ladrones, y otra llamada San Gerónimo se perdió en la isla de Catanduanes, junto al embocadero de aquellas islas, y otra que salió de Cibú llamada Jesus Maria (pág. 15).» El Jesús María, que salió en tiempo de D. Pedro de Acuña, no se perdió, como pretende Hernando de los Ríos. Véase pág. 193 y 196.
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