realizará con ó contra España. Esto depende de los peninsulares. Si las facciones y costumbres de los Filipinos les parecen tan repugnantes, que no les es posible abrazarlos como hermanos, las Filipinas se separarán sin duda alguna. Un dios castila de Manila, con motivo de mi humilde defensa de tu Noli me tángere enfurecido escribió un articulito en que hay el pasaje: «¿No somos españoles, españoles de buena raza y dispuestos á todos los sacrificios?» Enhorabuena, estoy conforme y espero que esto no sea una frase hueca; el primer deber de un peninsular que desea conservar el país debe ser: sacrificar la locura de grandeza europea y las vanidades nacionales para el bienestar y la integridad de la patria; mas como conozco á esos caballeros, sacrificarán su vida, su dinero y cien Filipinas, Cubas y Puerto Ricos antes que renunciar á sus vanidades, nacionales, como sacrifica el fatuo y arruinado hidalgo á su orgullo y vanidad los pocos bienes que le restan de sus abuelos: trahit quemque sua voluptas, stat pro ratione vanitas. Si el españolismo no quiere convertirse en una charla de niños grandes, los peninsulares tienen que superar su aversión á las narices chatas de los indios y saludarlos como á sus hermanos; si eso no les es posible, autorizan á los Filipinos para que inauguren la guerra de independencia. Los intereses de España merecen más atención que los conceptos estéticos que se forman ciertos señoritos sobre los indios. Repito: las Filipinas pueden conservarse solamente con, jamás contra los Filipinos.
El segundo grupo de los ilusos peninsulares lo forman aquellos que se oponen á las aspiraciones asimiladoras, porque creen ahora inoportuno el tiempo para realizarlas por las siguientes razones : 1.ª, el país cuenta con una inmensidad de razas salvajes; 2.ª, aun los indios cristianos y civilizados en su inmensa mayoría están en un bajo nivel de instrucción y cultura social. Esto es una verdad, pero no impide la realización de las aspiraciones filipinas. La inmensidad de las razas salvajes no importa, porque cuenta con un pequeño número de almas, y los Filipinos no pretenden la extensión de las libertades de la vida constitucional sobre las tribus salvajes. Sí, es verdad, que los indios filipinos por lo general son poco ins-