temporáneas, mientras el tercer grupo dice: ¡jamás! Lo forman los rutinarios y doctrinarios á quienes les parece que el destino de las colonias consiste en dar empleos y dinero al peninsular, y que los hijos del país tienen que subordinar todos los intereses de su patria, no á los intereses de España, sino al bienestar de un puñado de peninsulares. Como doctrinarios, no se contentan con esta pretensión bastante atrevida é impróvida, sino además exigen la gratitud de los Filipinos porque los seres superiores les permiten nacer, vivir, sufrir, rezar, pagar, y morir todo ad majorem Hispaniae gloriam. Para ser justo, debemos decir que los ilusos del tercer grupo son contrarios á todo género de abusos y jamás permitirán cubrir una ofensa á las leyes y al honor con el prestigio de la raza blanca; pero como sus ideas mismas no son otra cosa que la codificación del abuso del poder y (según los que creen en la superioridad innata de los europeos) del prestigio de nuestra raza, así crean en fin un régimen que pretende de sus empleados justicia y rectitud, mientras que se fundan en una base injusta é inmoral.
Esos tres grupos de ilusos existen en realidad; el primero, lo constituyen muchos peninsulares en Manila; el segundo está representado por la serie de benévolos ministros, á quienes debe el país muchas y loables reformas, pero reformas que en vista del despotismo y territorismo, tienen parecido con un velocípedo excelente que se regala á un prisionero; el tercer grupo encierra en sí un gran número de senadores y diputados peninsulares, y podemos agregar también el general Salamanca en vista de sus discursos en el Senado del Reino. El primero y el tercer grupo son muy eficaces, aunque involuntarios agents provocateurs del filibusterismo, mientras que el segundo funciona como un buen samaritano, que venda las llegas de un herido gladiator para que pronto pueda presentarse de nuevo en la arena ad majus gaudium del pueblo soberano. Los leones y tigres que atacan al gladiator, son los frailes y demás castilas, y el empresario de la función es el tercer grupo de los ilusos peninsulares.
Aunque parece una paradoja, yo creo que los indiferentes entre los peninsulares forman la esperanza del país que