las armas que les quitaron, de que carecían; con que se prometieron, tenían su intento mas cierto y seguro. Y el día siguiente, cinco de Octubre, enviaron las cabezas de don Luis, y de don Tomas, y de Juan de Alcega, y de otros capitanes al Parián, diciendo á los Sangleyes, que pues habían muerto lo mejor de Manila, se alzasen y juntasen con ellos, sino que pasarían luego á matarlos. La confusión y dolor de los Españoles en la ciudad era tan grande, que impedía el hacer la prevención y diligencia que el negocio pedía; pero la necesidad, en que se vían, y el brío del gobernador y sus oficiales, hizo que toda la gente guardase sus puestos, con las armas en las manos, sobre las murallas, habiendo guarnecido de lo mejor las puertas de el Parián y de Dilao, y todo aquel lienzo, que era, por do el enemigo podía acometer, poniendo sobre cada puerta una pieza de artillería, con la mejor gente, en que había religiosos de todas las órdenes. Este día, Domingo, el enemigo viéndose gallardo con la victoria del día antes, engrosado su ejército con mas gente que se le juntó, vino sobre la ciudad, quemando y asolando todo lo que encontraba, pasó el río, porque no había navío con que resistírselo, que todos los de armada estaban en las provincias de Pintados[1].
- ↑ Morga no refiere las hazañas que cuentan los frailes de su hermano Fr. Antonio Flores que en una noche desfondó más de 200 bajeles, quemó algunos mayores y anegó otros, y con dos arcabuces y algo más de 400 balas, desde las 5 de la mañana hasta las seis de la tarde mató más de 600 chinos (matando 3 chinos por cada 2 tiros). Después, él sólo dicen que más tarde mató más de 3,000. Tampoco nos habla de S. Francisco peleando en las murallas de Manila, que dan los Franciscanos como cosa cierta y averiguada. Argensola que sigue la relación del Agustino no habla tampoco de las proezas del Segundo Crucificado ó del Seráfico Padre; parece que este prodigio sólo se averiguó después de muchos años, pues Morga y Argensola publicaron sus obras el 1609, esto es, cinco años después.
menos uno perecieron en este combate.. Á los muertos les cortaron los Sangleyes las cabezas, y enhastadas por las narices en las puntas de sus lanzas, las llevaron á presentar al general Sangley Hontai, que estaba en el fuerte.