allí estaba alojado, ese día, y los dos siguientes, de manera, que se hicieron levantar de aquellos puestos; pusieron estos navíos fuego á el Parián, y abrasáronlo todo, y seguían por todas las partes que podían al enemigo. Viendo los Sangleyes que su causa se empeoraba, y que no podían conseguir el fin que habían pretendido, determinaron de retirarse de la ciudad, con pérdida de mas de cuatro mil hombres, y dar aviso á China para que los socorriesen, y para sustentarse, dividir su gente en tres escuadrones á diferentes partes, el uno á los Tingues de Pasig, y el otro á los de Ayonbon, y otro á la laguna de Bay y San Pablo y á Batangas. Dejaron el miércoles la ciudad de todo punto, y divisos (como está dicho), marcharon la tierra dentro. Don Luis de Velasco por el rio, y algunos soldados é Indios armados, que de todas partes vinieron al socorro de Manila, con algunos Españoles que los guiaban, y los religiosos de sus doctrinas, los fueron siguiendo y apurando de manera, que mataron y acabaron los que iban á los Tingues de Pasig, y á Ayonbon; el mayor número y golpe de la gente pasó á la laguna de Bai y montes de San Pablo, y á Batangas, donde se tenían por mas seguros, quemando los pueblos y iglesias y todo lo que encontraban, fortificándose en los dichos sitios. Ibalos siguiendo don Luis de Velasco con setenta soldados, matándoles cada dia mucha gente, y en una ocasion se empeñó tanto con el enemigo, que mató á don Luis de Velasco y á diez soldados de su compañía, y se fortificó de nuevo en San Pablo y Batangas, con esperanza de poderse allí sustentar, hasta que le viniese el socorro de China[1].
Temiendo el gobernador este daño, y deseando acabar al enemigo, y que la tierra se quietase del todo, envió con gente al capitan y sargento mayor, Cristobal
- ↑ «Y persuadían á los Naturales á que se juntasen con su opinión aunque éstos no lo aceptaron, antes mataban á los que venían á sus manos. (Argensola)»