continuaron á venir de China, con las mercaderías, y con los principales capitanes dellos, recibió don Pedro de Acuña tres cartas, de un tenor trasuntadas en castellano, de el Tuton y Haytao, y del visitador general de la provincia de Chincheo, en la materia del alzamiento que los Sangleyes habían hecho, y su castigo, que decía así:
«Por haber sabido que los Chinas, que iban á tratar y contratar al reyno de Luzon, han sido muertos por los Españoles, é inquirido la causa de estas muertes, y rogado al rey que haga justicia de quien ha sido causa de tanto mal, para que se ponga remedio en adelante, y los mercaderes tengan paz y sosiego. Los años pasados, antes que yo viniese aqui por visitador, un Sangley, llamado Tioneg, con tres Mandarines, con licencia del rey de China, fué á Luzon, á Cabit, á buscar oro y plata, que todo fué mentira, porque no halló ni oro ni plata. Y por tanto, rogué á él, castigase á este engañador de Tioneg; para que se entendiese la justicia recta que se hace en China. En tiempo del Visorrey y Capado[1] pasados, fué cuando Tioneg, y su compañero, llamado Yanglion, dijeron la mentira dicha; y yo, despues acá, rogué al rey, hiciese trasladar todos los papeles de la causa de Tioneg, y que mandase llevar al dicho Tioneg con los procesos ante sí, y yo mismo ví los dichos papeles, y eché de ver, que todo había sido mentira lo que el dicho Tioneg había dicho. Y escribí al rey, diciendo, que por las
- ↑ Eunuco.