Moros volvieron, retirándose á la muralla. Siguiólos Cuevas de suerte que se empeñó tanto, que tuvo necesidad de socorro. Las centinelas desde los árboles, avisaron lo que pasaba; socorrieron los capitanes don Rodrigo de Mendoza, Alarcon, Cervantes y Vergara, con picas volantes y alabardas, y siguieron al enemigo con tanta presteza, y determinacion, que se entraron tras él por las murallas; aunque, algunos heridos, y al capitan Cervantes lo rebatieron, de la muralla abajo, quebradas las piernas, de que murió. El capitan don Rodrigo de Mendoza, siguiendo al enemigo (que se iba retirando), corrió la muralla por dentro, hasta el caballero de Nuestra Señora, y Vergara á la otra banda, el lienzo que corre hasta el baluarte de Cachiltulo, pasando adelante, hasta el monte. Á este tiempo todo el ejército había ya arremetido á la muralla, y ayudándose unos á otros, subieron por ella, y entraron la tierra por todas partes, con pérdida de algunos soldados muertos y heridos. Detúvose la gente en una trinchera, que había mas adelante del fuerte de Nuestra Señora, porque el enemigo se había retirado en un jacal, fortificado con mucha mosquetería y arcabucería, y cuatro piezas listas, disparando sus arcabuces, y mosquetes á los Españoles, y tirándoles cañas tostadas, y bacacaes á su usanza. Los Españoles arremetieron al jacal, y queriendo un artillero Holandes dar fuego á un pedrero grueso, con que hiciera mucho daño, de turbado no acertó, y arrojó el botafuego en el suelo, y volvió las espaldas huyendo. Tras él, hicieron lo mismo los enemigos, y desampararon el jacal, huyendo por diversas partes; los que pudieron se embarcaron con el rey, y algunas mujeres suyas y Holandeses en una caracoa, y cuatro juangas que tenían armadas, junto al fuerte del rey, en que luego entró el capitan Vergara, y le halló sin persona alguna. Don Rodrigo de Mendoza y Villagra, siguieron el enemigo, á la parte del monte, largo trecho, matándole muchos Moros, con que á las
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