Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/327

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dos, en la isla de Sebú, hallaron unos Naturales un buen pedazo de ambar grís, que como vino á noticia de su encomendero, se lo tomó y resgató con secreto, en cuenta de sus tributos; y dicen, era buen número de libras, después lo sacaba, vendiendo por onzas á mayor precio[1].

En la isla de Mindanao, en la provincia y río de Butuan, que está pacificado, y encomendado á Españoles, tienen otra granjería los Naturales, de mucho aprovechamiento, que por haber muchos gatos de algalia, aunque menores que los de Guinea, se aprovechan de la algalia, y la rescatan, y hácenlo con facilidad; porque, á crecientes de la luna, salen á caza con redes, y cogen muchos gatos, y en sacándoles la algalia, los vuelven á soltar[2]. Tambien toman algunos, y los enjaulan, que venden por las islas, á precios muy bajos.

Algodon se cría mucho en todas las islas, y lo hilan y venden en madeja á los Chinas y otras naciones, que vienen por ello, y dello tambien tejen mantas de diversas maneras, que asímismo rescatan[3], y

    tiguan los cuchillos de este metal, y la ausencia de todo hierro, etc., Es lástima que aquellos objetos no hayan sido mejor estudiados. Encontrándose estos tan preciosos tibores en Camboja, Siam, Cochinchina, Filipinas y otras islas adyacentes, y datando su fabricación de una época remotísima, el estudio de su forma, estructura, sellos é inscripciones, nos daría tal vez una clave para hallar un centro de civilización común á estas naciones.

  1. «Y no ha muchos años, dice Colin (1663), que se halló junto á la isla de Joló un pedazo que pesó más de ocho arrobas, del género mejor que hay, que es el gris.» Parece que este pedazo fué á parar en poder de los Jesuítas, del que después un Gobernador tomó una parte.
  2. Parece que esta industria está ahora muy olvidada, pues de ella ya nada se oye.
  3. «Tenían no sólo grandes cosechas de arroz, sino de algodón de que se visten y hacen grandes telas, que han sido y son hoy muy estimadas en la Nueva España… de las de solas telas de algodón hubo encomendero que dejó de hacienda más de 150,000 $ en pocos años.» Esto dice Chirino que escribía en 1603, esto es, unos 31 años después de la creación de las encomiendas. No es de extrañar esto, pues sabido es el modo como los encomenderos explotaban á los Indios: ya les exigían mantas por precios ínfimos que no llegaban