Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/353

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peor, y con mas dificultad que las hechas en la persona, hiriendo ó ofendiendo por obra[1].

Los amancebamientos, estupros é incestos, no se hacía caso dellos, como no fuese de Timagua en persona de principala, y era muy de ordinario, el que se casaba, haber estado amancebado (con la hermana de la que se casaba) mucho tiempo, y aun antes de juntarse con su mujer, tener mucho tiempo acceso con su suegra; mayormente, si la casada era de poca edad, hasta que la tuviese bastante, esto á vista de toda la parentela[2].

    chas de la persona consultante, sino que hasta las confirmó. Consultan también ahora á viejas histéricas, á embaucadores, etc., demostrando que el nivel intelectual ha bajado mucho: antes razonaban, ahora se contentan con preguntar y creer. Para los enemigos del raciocinio, esto se llama adelanto.

  1. ¡Qué alta idea no debían tener los Filipinos antiguos de la sensibilidad moral, cuando las ofensas á ella las consideraban más graves que las ofensas al cuerpo! Las civilizaciones europeas de aquel tiempo, y aun muchas de las de ahora, no se hicieron jamás cargo de esto, á pesar de todas las pretensiones de idealismo, á pesar de anteponer siempre el alma al cuerpo, y de considerar la palabra como el signo de la razón, teniendo siempre por más grave un ataque directo al cuerpo y anteponiendo los sentidos al sentimiento. El ahí me las den todas que atribuyen á Fernando VII retrata bastante esta manera de sentir. Por esto extrañan los frailes que los Indios prefieran, aun ahora, los azotes á una mala palabra ó á un insulto, y esto, que debía hacerles pensar y meditar, sólo les sugiere la deducción de que el Indio es una especie de mono ó cosa así como animal. Por lo visto, los animales en la tierra de los frailes, al revés de lo que les pasa, saben sentir mejor el significado de una palabra que la fuerza de los azotes.
  2. No es imposible que hayan sucedido estas cosas, pues casos parecidos y aun peores se registran en las historias sagrada y profana, en los anales de los pueblos y familias grandes de la Europa cristiana y devota, y en las causas que se oyen en los tribunales modernos, en las novelas naturalistas, etc. No obstante, quizás hubiera algún tanto de exageración en decir era muy ordinario, pues, aun ahora después de más de tres siglos, vemos á los escritores españoles contar las más absurdas y ridículas cosas cuando de denigrar á los Indios se trata, esto dicho sin querer comparar á un Morga con un empleado escritor de nuestros tiempos. Dicen por ejemplo, que por dormir la familia en una habitación, el padre suele equivocarse con la hija, la madre con el hijo, etc. Para poder afirmar tan sucias necedades era menester haber sido testigo de ellas, ó creerse capaz de hacer lo mismo, estando en las mismas circunstancias. Ni hay tal mescolanza en los lechos, ni los Indios han llegado todavía á tal depravación.