Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/358

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renciaban á los caimanes, cuando los vían, hincándose de rodillas, y poniendo las manos, por los daños que dellos reciben; entendiendo que con esto se aplacarían y los dejarían.

Sus juramentos, execraciones y promesas, todos son, como atras queda tocado, que el Buhaya te coma si no dijeres verdad, y cumplieres lo que prometes, y cosas semejantes.

En todas estas islas no hubo templos, ni casas comunes de adoraciones de ídolos, sino que cada uno tenía y hacía en su casa[1] sus anitos sin ceremonia ni solemnidad cierta, ni había sacerdotes ni religiosos, que administrasen las cosas de la religion, sino era algunos viejos y viejas, que llaman Catalonas, grandes hechiceros y brujos que traían engañados á los demas, y les comunicaban sus deseos y necesidades, y les respondían mil desvaríos y mentiras, y hacían oraciones y otras ceremonias á los ídolos por sus enfermos; creyendo en agüeros y supersticiones, que el demonio les persuadía, con que decían, sanaba ó moría el doliente[2]. Estas eran sus curas y diligencias, usando

  1. Otros y el mismo Morga hablan de oratorios en cuevas donde estaban los ídolos y se quemaban zahumerios en braserillos. El Padre Chirino halló en Taitay templetes anejos á las casas principales en forma de «torrecilla de caña, labrada con alguna curiosidad… Era verdaderamente dedicada al Anito, aunque en ella no sacrificaban ni servía de más que de serle dedicada… También en algunos lugares de Pintados hallé á la entrada del pueblo una casilla pequeña con solo el techo y entresuelo que servía de sacrificadero…» (cap. XXI). Á esto aludiría Pigafetta cuando habla de ídolos destruídos en «muchos tabernáculos construídos á la orilla del mar» (molti tabernacoli construiti in riva al mare). Probablemente no dedicaban templos más que á los Anitos ó espíritus de sus antepasados, por la razón que sospecha Chirino: « quizá para que posasen (los anitos) en ella, cuando fuesen de camino.» Á Bathala Maykapal, parece que no le levantaban templos ni le ofrecían sacrificios jamás, acaso por creer que el Dios creador del universo no necesitaba de tales casitas, ni que le diviertan ó aplaquen con sacrificios, permaneciendo siempre justo, bueno, sabio é incorruptible, á diferencia de los Anitos, que como hombres necesitaban casitas, ofrendas y regalos. Llamábanse ulañgo los templetes dedicados al Anito.
  2. Dice Colin que estos sacerdotes, llamados por otros. Catolona, y Babaylan «de ordinario eran riquillos y andaban bien vestidos y