Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/386

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cese todo inconveniente con el pasaje de los Naturales de asiento, de unas partes á otras.

Tampoco, para salir de sus pueblos á sus granjerías, se les da lugar, si no es con licencia del gobernador, ó de sus alcaldes mayores y justicias, y aun de los religiosos[1], que las mas veces, en esto se han tambien embarazado por ocasion de la doctrina, porque no anden los Naturales vagando sin necesidad, fuera de sus casas y poblazones.

Los Naturales que tienen esclavos, si son Saguiguilires, pagan por ellos sus tributos; y si son Namamahayes, de la puerta afuera, lo pagan por sí, por tener, como tienen, sus casas y granjerías propias.

Solían tener los Españoles esclavos destos Naturales, que habían comprado dellos; y otros, que habían ganado en algunas jornadas, en la conquista y pacificacion de las islas[2]; esto se quitó por breve de su Santidad, y cédulas reales; de manera, que ya todos estos esclavos, que se hallaron en poder de los Españoles, naturales destas islas, de cualquier manera que fuesen habidos, se les dió libertad; y se prohibió para adelante, no los pudiesen tener los Españoles, ni hacerlos cautivos, por ninguna razon, ni color que hu-

  1. No es extraño, pues, que la agricultura haya decaído, si el Indio no podía ir á sus trabajos sin licencia del gobernador ó del alcalde mayor, justicia, etc. Los que conocen la pausa y complicación de nuestras administraciones, pueden imaginarse cuánto tendrá el Indio que esperar para que le despachen su licencia para visitar sus sembrados. Aun ahora sucede casi lo mismo, aunque de diferente manera. El Indio puede ir libremente á sus campos, pero si están lejos de poblado necesita el permiso de los tulisanes ó bandidos, cuya buena gracia no es permitido solicitar sino por medio de una buena arma de fuego. Ahora bien, las licencias de armas no se conceden siempre, y si se conceden es después de meses y meses de espera, con que la cosa viene á ser la misma en el fondo y en sus efectos.
  2. De manera que en esto no introdujeron ninguna mejora moral: no sabemos, sin embargo, si en sus guerras los Filipinos entre sí se esclavizaban mutuamente, lo cual no sería raro, pues las historias nos hablan de cautivos vueltos á su país, y la práctica de los piratas del Sur casi lo demuestra, aunque en estas guerras piráticas, como ya lo hicimos observar, fueron los Españoles los primeros que las provocaron y dieron la forma.