Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/389

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En los pueblos de Indios, no consienten Españoles, sino es para la cobranza de sus tributos, cuando es el tiempo[1]; y los alcaldes mayores, corregidores y justicias, y éstos, no se permite esten siempre en un lugar de su distrito[2], sino que le visiten, todo lo mas que pudieren; y que de cuatro en cuatro meses, mudan su casa y asiento, á otra cabeza y poblazon, donde alcancen todos los Naturales del fruto de su asistencia, y les sea menos penoso, para su sustentacion, y servicio ordinario.

Todos los cargos provee el gobernador, y las residencias dellos las envía á tomar la audiencia real, acabado el oficio donde se sentencian, y hasta estar despachada, no se provee en otro cargo y oficio[3].

Provee también alcaldías de fuertes, compañías y otros oficios de la guerra, de todas las ciudades, villas, y lugares de las islas.

Algunos oficios de regidores y escribanos se han vendido por una cédula real, por una vida, y se ha sobreseído la venta dellos, por no parecer por agora,

  1. Medida de alta política, ya para que no se mezclen y rozen con los Naturales, ya para que éstos no conozcan las debilidades y defectos de aquéllos y no se desprestigie la clase, ó ya también para que no estuviesen expuestos á ser muertos ó maltratados por las vejaciones y exacciones que naturalmente tenían que cometer en las cobranzas.
  2. Medida basada en la política de desconfianza y recelo que caracteriza al gobierno español. Con esta movilidad se impide el que el gobernador tenga amistades ó simpatías en la región que gobierna; no tiene más desventajas sino que los gobernantes son siempre eternos aprendices, y no ligándoles al pueblo ni afecciones ni conocimientos, pueden gobernar más impúdicamente. Desgraciamente el sistema continúa hasta ahora, si bien en vez de mejorarse, se ha empeorado.
  3. Esta santa Residencia se ha perdido; hoy día á nadie se le exige ya estrecha cuenta de su conducta, que si es mala no puede perjudicar más que al país directamente, y á España tal vez en el porvenir. Á tanto ha llegado esto, que ahora los gastos y cuentas del presupuesto de Filipinas se examinan en el Tribunal de Cuentas de Madrid, acaso porque los gobernantes desconfien de la fidelidad del de Manila, pero con las idas y venidas, el tiempo que pasa, los subterfugios, el gobierno que cae y cambia, etc., etc., todo viene á ser lo mismo en los efectos.