dellas, con muchos navíos de un palo, muy sutíles y ligeros, con contrapeso de caña á sotavento, y la vela de hoja de palma, latina, en que van dos ó tres hombres, con buceyes y canaletes, cargados de voladores, dorados, cocos de palmas, plántanos, camotes, cañas de agua, y algunos petates, que llegados á las naos, lo rescatan por hierros de aros de pipas, y pedazos de clavos, que les sirven para sus labores, y fábrica de sus navíos; y despues que con la pérdida, y arribadas de algunos Españoles en estas islas, han estado algunos Españoles y religiosos entre ellos, se allegan mas á nuestras naos, y entran dentro.
Por ambas islas de Guan y Zarpana, pasan nuestros navíos, en demanda de las Filipinas y cabo del Espíritu Santo, que está trescientas leguas mas adelante, en altura de trece grados escasos, que se andan en diez ó doce días con las brisas; que acaece por ir algo tarde, hallar vendabales, que ponen en riesgo la navegacion, y se entra en las islas con mucho trabajo y contrastes.
Desde el cabo del Espíritu Santo, se entra por el estrecho de Capul, á las islas de Masbate y Burias, y de allí, á Marinduque, y la costa de Calilaya, al estrecho de Mindoro, y á los bajos de Tuley, y á la boca de la bahía de Manila; y de allí, al puerto de Cabit, que son cien leguas de viaje, desde la entrada en las islas; que se andan en ocho días; con que se acaba esta navegación, que es buena, y lo mas ordinario, sin contrastes, haciéndose en su tiempo.
La vuelta deste viaje, desde las Filipinas á la Nueva España, hacen estas naos ya con muchas dificultades y riesgos, por ser larga la navegacion y de muchas tormentas, y temples diferentes; para lo cual, salen las naos muy proveidas de bastimentos, y aparejadas como conviene, que cada una hace el viaje sola, velejando lo mas que le es posible, sin aguardarse una á otra, ni verse en todo el viaje.
Salen de la bahía, y puerto de Cabit, con la primera