Fr. Andrés de Urdaneta, para la Nueva España[1], que como tan práctico y buen Cosmógrafo, se ofreció iría en la Armada, y descubriría la vuelta. El Virrey aparejó Armada y gente con lo mas necesario, en el Puerto de la Navidad, en la mar del Sur, á cargo de Miguel López de Legazpi, vecino de Méjico, natural de la Provincia de Guipuzcoa, persona de calidad y confianza; por haber fallecido el Virrey, la Audiencia que en su falta gobernaba, acabó de despachar á Legazpi, dándole instrucciones de la parte á donde debía de ir, con orden que no la abriese hasta estar trescientas leguas á la mar; por diferencias que hubo entre los de la Armada, sobre decir unos, que sería mejor ir á la Nueva Guinea, y otros á los Luzones, y algunos al Maluco. Partió Miguel López de Legazpi, el año de mil y quinientos y sesenta y cuatro del puerto de la Navidad, con cinco navíos y quinientos hombres, y Fr. Andrés de Urdaneta, y otros cuatro religiosos de la Orden de San Agustin en su compañía, y habiendo navegado algunos días al Occidente, abrió las instrucciones, y vió que se le ordenaba fuese á las islas de los Luzones, donde, procurase pacificarlas y reducirlas a la obediencia de su Magestad, y que recibiesen la santa Fé Católica. Prosiguió su viaje hasta llegar á la isla de Sebú, donde por la comodidad que halló del buen puerto y disposicion de la tierra, surgió en él, siendo primero recibido de paz de los Naturales, y de su principal Tupas. Despues le quisieron matar, y á los de su compañía, porque habiéndoles alzado los bastimentos, tomaron contra ellos las armas, que sucedió al reves de como lo pensaron, porque los Españoles los vencieron y sugetaron. Viendo lo que había pasado en Sebú, los naturales de otras islas circunvecinas vinieron de paz
- ↑ Fr. Andrés de Urdaneta recibió la orden de Felipe II, estando en Méjico, y fué él quien designó á Legazpi para jefe de la expedición, pero su intención no era ir á las Filipinas, sino á Nueva Guinea, según el P. Gaspar de San Agustín.