nos días, por enfermedad de la gente de su armada, y no poder sustentar, ni conservar los Españoles en la isla, la desamparó, y dió la vuelta á Manila. De camino (por su mandado), el capitan Esteban Rodriguez de Figueroa entró en la isla de Iolo, y vino á las manos con los Naturales y principal della, y los venció, y le dieron reconocimiento, y la obediencia en nombre de su Magestad, y de allí pasó á la isla de Mindanao, y la vió, y reconoció el río y poblazones principales della, y redujo á paz y amistad de los Españoles, otras poblazones y naturales de la misma isla en el camino, de las pacificadas. Despachó el Gobernador á la Nueva España la nao San Juanillo á cargo del capitán Iuan de Ribera, que se perdió en la mar, y jamás della se tuvo nueva.
Duró en el gobierno el Doctor Sande, hasta que vino de España por nuevo Gobernador y capitan general, don Gonzalo Ronquillo de Peñalosa. Acabada su residencia[1], volvió á la Nueva España, á servir plaza de oidor de Méjico.
- ↑ Obsérvese cuán rigurosa era la responsabilidad que se exigía entonces á los gobernadores. Húbolos que estuvieron presos en Manila, uno de los cuales, D. Sebastián Hurtado de Corcuera, pasó cinco años en la Fuerza de Santiago.