plática, cuando pasó á Roma, Su Magestad entendió lo que de los Pontífices traía, y le oyó bien sobre las causas de las islas; y en juntas particulares hizo ver, y resolver lo que pedía, á su satisfaccion, que mucho dello, llegados los despachos á las Filipinas, pareció fuera de la intención, y pretensiones, que así el Obispo y la audiencia, como la ciudad y vezinos, y encomenderos tenían: y aun en perjuicio de los estantes en las islas, de que mostraban sentimiento del P. Alonso Sanchez, que se quedó en España. Negoció que se quitase la Audiencia de Manila, y que se enviase nuevo gobernador, y pidiendo persona tal, él mismo propuso (por la buena relación que dél había hallado) á Gomez Perez Dasmariñas, que había sido corregidor de Leon, y despues de Murcia; y en aquella sazon estaba en la corte proveido por Corregidor de Logroño y Calahorra. Su Magestad le nombró por gobernador y capitan general de las Filipinas, y le acrecentó el salario de su cargo en cantidad de diez mil ducados de Castilla al año[1], hízole merced de un hábito de Santiago, y una buena ayuda de costa para el camino. Y con los despachos necesarios, así para el uso del oficio, como para quitar el audiencia que había en Manila, y fundar en ella un campo de cuatrocientos soldados de paga, con sus oficiales al sueldo de su Magestad, para guarnicion y defensa de la tierra, le mandó luego hacer viaje para la Nueva España, en los navíos que el año de mil y quinientos y ochenta y nueve vinieron con el Virrey don Luis de Velasco, que venía á gobernarla. Gomez Perez Desmariñas se despachó lo mas presto que pudo de Méjico. Y con los navíos, soldados y capitanes que hubo menester, hizo viaje á las Filipinas, donde llegó por el mes de Mayo, del año de mil y quinientos y noventa.
- ↑ Unos 5,000 pesos en los tiempos actuales.