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Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/74

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á turbar el gobierno y paz, que los Japones tenían con los Españoles de las Filipinas; porque, habiendo venido hasta entonces algunos años navíos del Japón, del puerto de Nangasaqui á Manila, con sus harinas y otras mercaderías, donde habían sido bien recibidos y despachados, se movió Taicosama[1], señor universal del Japón, por industria de Farandaquiemon, Japón de los que venían á Manila, hombre común y bajo, á escribir bárbara y arrogantemente al Gobernador[2], le enviase reconocimiento y tributo; amenazándole, que bajaría con gente armada á destruir la tierra. Y en demandas, y respuestas, hubo algunos años en que entender, hasta que Taico murió.

En el mismo tiempo, que lo del Japón daba que mirar al gobernador, le envió el rey de Camboja[3] embajada, con Diego Belloso Portugués, con dos elefantes de presente, ofreciéndole amistad y contratacion en su tierra, y pidiéndole socorro contra el Siam, que le tenía amenazado, al que le respondió el gobernador, enviándole un caballo, y algunas esmeraldas y otras cosas, entreteniéndole para otro tiempo en cuanto al socorro, y agradeciéndole la amistad. De aquí tuvieron principio los sucesos, y jornadas que despues se hicieron, desde Manila á los reynos de Siam, y de Cambodja, en tierra firme de la Asia.

Desde que el gobernador Gomez Perez aceptó el cargo en España, y despues de entrado en el gobierno, tuvo deseo de hacer jornada desde Manila, á conquistar

  1. Taikosama ó Hideyosi, el gran emperador del Japón, conquistador de la Corea, fué en sus principios un beto ó mozo de cuadra llamado Hasiba.
  2. El traductor de Morga, lord Stanley, trae un estracto de esta carta, sacado de la obra The Dutch Memorable Embassies; nosotros no hemos podido dar con este texto en el British Museum.
  3. Obsérvese que China, el Japón y Camboja sostenían relaciones con Filipinas. Los naturales de estos dos últimos han estado luego sobre un siglo sin volver al país. Las causas determinantes de esto las hallaremos en la ingerencia de las órdenes religiosas en las instituciones de aquellos países.