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Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/89

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la armada, por principio del año noventa y seis, para el reyno de Camboja, que comunmente es viaje de ocho dias; por otra parte, envió los Sianes que con Belloso habían venido, sin responder al rey de Sian cosa cierta á su embajada, enviándole en retorno de su presente, algunas cosas de la tierra, que le parecieron á propósito[1]. Los Sianes, con verse volver á su reyno se contentaron, sin esperar otro fruto de su venida.

Sobrevino á la armada un temporal; con que, la capitana en que iba Juan Juarez Gallinato con los mas Españoles, arribó al estrecho de Sincapura, cerca de Malaca, donde se detuvo muchos días. Los otros dos juncos de Diego Belloso y Blas Ruiz, en que iban Españoles, algunos Japones y Naturales de Manila, llegaron con harto riesgo á Camboja, subiendo el rio Mecon, Blas Ruiz primero que Belloso, hasta la ciudad de Chordemuco; donde supieron, que los Mandarines Cambojas se habían juntado contra los Sianes, y los habían vencido y echado del reyno; y que uno destos Mandarines, llamado Anacaparan, se había apoderado de la tierra, y gobernaba con título de rey, aunque á disgusto de los otros. Parecióles á Diego Belloso y á Blas Ruiz, y á los de su compañía, que llegaban en buena ocasion, para el intento que llevaban, viendo la cosa revuelta entre los Cambojas, y el Sian fuera de la tierra; y prometiéndose, que Gallinato con la capitana entraría con brevedad, se entretuvieron algunos dias en Chordemuco, con voluntad de Anacaparan, que residía en Sistor, nueve leguas de allí, que aunque supo la nueva de la entrada de estos

    timas partes de Europa, todos los cuales sin duda hubieran aceptado la luz y la verdadera Religión, si estos monjes, al pretender predicarles la luz, no hubiesen abusado del fuego y de la hoguera, y si tras de la palabra Religión no se hubiese escondido la palabra dominación.

  1. Luis Dasmariñas no se muestra en esta ocasion más leal ni más delicado que Belloso: ó no aceptar el presente, ó, una vez aceptado, cumplir con las leyes más sencillas de la vida.