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EL GIGANTE EGOÍSTA

y en el otoño dio ricos frutos. Las aves se sentaban en los árboles y cantaban tan dulcemente que los niños dejaban de jugar para escucharlos. “¡Qué felices somos aquí!” ellos decían unos a otros.

Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo el ogro de Cornish y se había quedado con él durante siete años. Después de que pasaron siete años ya había dicho todo lo que tenía que decir, entonces su conversación era limitada, y determinó volver a su propio castillo. Cuando llegó vio a los niños jugando en el jardín.

“¿Qué hacen aquí?” gritó con una voz muy brusca, y los niños corrieron.

"Mi jardín es mi jardín," dijo el gigante; "cualquiera puede entenderlo, y no le permitiré a nadie a jugar en el, sólo yo". Así que construyó un alto muro alrededor y puso un anuncio.

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