98 POLÍTICA DOMÉSTICA
que, por no practicarla, pueden producirse, ya entre personas extrañas las unas á las otras, ya entre los miembros de la familia.
Las más bellas cualidades personales serían des- conocidas y aun importunas, si los que las poseen confiaran solamente en la bondad del fondo y des- cuidaran la forma. No es lícito hablar con aspe- reza, aun diciendo cosas justas; ni hacer el bien, empleando maneras deprimentes. Sobre todo, una joven que desde muy temprano necesita conciliarse la mejor opinión, y de quien se espera pruebas ex- teriores de los sentimientos dulces y benévolos que se le atribuyen, debe adquirir y conservar cuidado- samente ese precioso barniz que la sociedad y la familia exigen.
Pero la verdadera cortesanía no consiste: sólo en la estricta observancia de sus fórmulas y reglas; tiene por principios fundamentales las más delicadas consi- raciones hacia los sentimientos ajenos, y las mayores deferencias para con esos mismos sentimientos. Definida así la cortesanía se combina con la benevo- lencia, y puede existir tan legítimamente en los hogares más humildes como en los palacios.
ES
- 3*R
El niño adquiere la cortesanía del corazón, si se le