POLÍTICA DOMÉSTICA 107
crifican conveniencias—sin duda respetables, mas no absolutamente obligatorias—á la inestimable ventaja de elegir, según dicta el corazón. Pero á esto pon- dremos dos condiciones: la primera, que la elección no proceda de una ligereza caprichosa ni de una pa- sión baja; la segunda, que haya tanto valor moral para afrontar las dificultades como para soportarlas.
La tercera especie de dificultades que se encuen- tran en la vida doméstica, nace de la diversidad é imperfección de los caracteres individuales. Sin du- da que hay matrimonios excelentes, en los cuales la más grande armonía de ideas y de sentimientos conserva una paz constante entre dos almas nacidas la una para la otra; pero abundan por desgracia los enlaces imprudentes, en los cuales la oposición de los caracteres produce rompimientos tan desastrosos, que la ley se ve obligada, no á disolver sino á suspen- der la unión cuya perpetuidad ha sido sancionada.
Entre esos dos extremos—¡ojalá que el segundo fuera tan raro como cl primero! —está en diversos grados de intimidad, confianza y ventura, la gran ma- yoría de los matrimonios. Como cada carácter per- sonal tiene sus desigualdades más ó menos pronun-
