POLÍTICA DOMÉSTICA 9
en su estado primitivo. El antiguo poder de los padres había pasado á manos de 'los magistrados. La esposa, el hijo y el siervo se habían desprendi- do del patriarcado, que tan largo tiempo los tuvo absorbidos, y cada uno había llegado á tener cierta importancia, había adquirido un rango, una personalidad.
Desde que la familia dejó de permanecer en estado patriarcal y de tener jurisdicción doméstica; desde que el tribunal familiar fué reemplazado por el tribu- nal pretorial, la filosofia moral y la legislación se han ocupado, preferentemente, en la mejor y más completa institución del hogar doméstico.
Nada más necesario, sin duda, que llevar al seno de la familia las luces de la buena doctrina, y, si la necesidad lo exige, el temor y el rigor de las leyes, so pena de ver al cuerpo social constituirse con ele- mentos viciosos, que necesariamente habrían de pro- ducir disolución y ruina.
Sin los lazos y obligaciones esenciales de la fami- lia, el hombre cae, ordinariamente, en la apatía, en la indiferencia y en el egoismo más estéril; pero con tales lazos y obligaciones, se dignifica y se engrande- ce en el presente y para el porvenir.
