POLÍTICA DOMÉSTICA 111
do trece años, era poco diligente para lavarse, ves- tirse y calzarse sola. Ya arreglada, se arrodilló de- lante de su cama para orar, pero teniendo cuidado de apoyar los codossobre los blandos colchones, y las rodillas sobre un almohadón: allí recitó con voz floja y los ojos medio cerrados una oración, y hacien- do después un lento esfuerzo de ánimo, fué á desa- yunarse; mas nole bastó media hora para tomar una taza de café con leche, porque la encontró muy ca- liente. Dan las diez, va á la sala á estudiar la lec- ción de piano; pero se acuerda de que su maestro debe venir á esta hora, y, en vez de trabajar, busca á su mamá, y le dice:
—Mamá, viene el maestro de música.
—Bien, hija, ¿no es la hora de costumbre?
—Si, mamá, pero ayer no estudié: tenía un dolor de cabeza....Ya lo sabes. .
—Tu estudiarás para mañana, Luisita.
—Pero me reñirá. ¡Estan severo! ...Y luego, co- mo nocree nunca en mis males, va á enojarse por- que aún no sé la lección, después de ocho dias que me la tiene señalada.
Al decir esto, hizo que su madre le tocara la fren- te, que estaba algo acalorada por la emoción; y aque- lla señora, crédula y débil para con su hija única, á quien no contrariaba en nada, despedía al maestro de música, cuando éste llegaba jadeando por no faltar á su discípula,
