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126 POLÍTICA DOMÉSTICA

Por eso la envidia ha sido representada bajo la forma de un espectro femenino, ceñida de culebras la cabeza, los ojos fieros y hundidos, lívido el color, una flaqueza horrible, las manos empuñando serpien- tes y una de estas mordiéndole el seno. Los grie- gos atribuían á la envidia el ser guía de la calum- nia, y así la pintó Apeles. Los romanos la com- paraban á la anguila, porque creían que este pez tiene envidia á los demás. Pintola Rubens, bajo la figura de una «nujer muy flaca y de palidez extre- mada. Poussin ha pintado este monstruo en acti- tud de morderse un brazo y sacudir las serpientes que le rodean la cabeza.

Si el envidioso quisiera reflexionar, no tardaría en reconocer que las ventajas del rango, de la fortuna, del lujo, y aun los privilegios del ingenio, del ta- lento y de la hermosura, no son siempre elementos de la felicidad, sino que á veces suelen ser causa de disgustos, pesadumbres y tribulaciones. Enton- ces envidiaría menos á los poseedores de esas ven- tajas y privilegios, y no perseguiría con tanta am- bición las peligrosas ilusiones que le hacen abando- nar las más consoladoras realidades. La benevolen- cia, la caridad y todas las virtudes que pueden ger- minar en el corazón humano suponen aquellas di- ferencias y tienen por objeto dulcificar y compensar las desigualdades que forman el cuadro de la vida.