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por lo menos perjudiciales á la salud de la prole, sin contar las tristes consecuencias de la falta de experiencia para el gobierno doméstico, la educa- ción de los hijos, etc. Esas fatales condiciones han ocasionado calamidades y luto á no pocas familias, cuyos funestos ejemplos deberían servir de saluda- ble enseñanza.
Los resultados no son menos deplorables, si entre los años de la esposa y los del esposo hay una gran desproporción. Como cada edad tiene sus placeres, su espíritu y sus costumbres, resulta que cuando un joven y una vieja, ó un viejo y una joven, cometen el lastimoso contrasentido de unir sus destinos, pueden de antemano estar seguros de que verán casi todas las cosas de la vida desde un punto de vista diferente; que los gustos y los hábitos de uno de los cónyu- ges serán antipáticos y molestos para el otro, y que, 'con la mayor frecuencia, desacordes en sus de- signios, no se entenderán mejor en sus acciones. ¿El joven que se casa con una mujer demasiado entrada en años, no suele tener otro móvil que el aliciente de la riqueza; y cuando efectúa su penoso sacrificio, ha formado su proyecto de resarcirse de
