166 POLÍTICA DOMÉSTICA
do juvenil, antes que él te deje. Entonces los trajes de telas vaporosas y los adornos de flores, arreglados con graciosa coquetería, reciben el úl- timo adios; todo lo que fué realidad se convierte en recuerdo, y lo que era porvenir ocupa su lugar; hay una joven menos, pero existe una dignísima señora más, una señora que va á recorrer con paso seguro la senda que para muchas otras da- mas es árida y triste.
Si la vida se ha empleado provechosa y útil- mente, la época de los sacrificios será menos pe- nosa; pues largo tiempo antes que llegue se piensa en ella, preparándose para iniciarla con tacto y sin violencia. Conviene, si es posible, recogerse, alejarse del bullicio, medir las propias fuerzas y trazarse un plan de vida en armonía con los hábi- tos y el orden de ideas en que se entra; y, al efecto, las lecturas serias y los consejos buenos servirán de auxilio poderoso. No hay que hacerse ilusión: las relaciones frívolas se retirarán; ¡qué importa! Entonces será urgente saber distinguir la verdade- ra amistad y formarse un círculo de relaciones en el que la inteligencia, el buen tono y la inti midad reemplacen las distracciones propias de la juventud. Preciso es confesar que no sin senti- miento se da este paso decisivo, y que los recuer- dos, excitados por lo que se ve, por lo que se
