194 POLÍTICA DOMÉSTICA
ta inocente coquetería, afición á las modas elegan- tes; pero la cortedad de sus recursos y la falta de relaciones capaces de estimular aquella propensión, la habían librado del peligro. En virtud de la in- teligente y constante laboriosidad de su marido en su honrosa profesión, los recursos se aumentan, las relaciones se extienden; el haber frecuentado algu- nas casas suntuosas hace que esta mujer encuentre la suya demasiado sencilla, y el elegante porte de sus nuevos conocimientos le hace sentir lo atrasada que se halla bajo este último respecto. Su pro- pensión natural se despierta, se exalta, se sobre- pone á la razón, subyuga á la voluntad; su sencillez de buen gusto, bien entendida y sin pretensión, cede su lugar al lujo amanerado—á veces molesto y siempre oneroso—á la afectación tanto más ridícu- la cuanto que nunca es más que insignificante copia de la magnificencia que vanamente se ha querido imitar. Preocupada ya con sus relaciones y con la idea de distinguirse entre ellas, esa mujer cuida menos del orden de su casa y de la economía de sus gastos, los cuales toman un incremento alarmante, porque exceden á la razonable cifra de su presu- puesto. El marido nota que su trabajo, aun lleva- do hasta la fatiga, no puede ya bastar para sos- tener dispendios que ocasionan mucho daño á la familia, sacrificando, por las vanidades de lo su-
