POLÍTICA DOMÉSTICA 203
objetos, entre los cuales hay algunos de mucho precio; hace para sus amos, compras sin interven- ción posible, y se inicia en la vida íntima y aun en los secretos de la familia. Todo lo cual no es nada todavía; pues en gran número de casas el cuidado que los niños necesitan está completa- mente abandonado al arbitrio de sirvientes, cuya moralidad no es siempre intachable. Ahora bien: si consideramos la dificultad de obtener informes seguros acerca de un hombre que quizá es deser- tor de presidio, ó de una mujer que debería estar recluida en un establecimiento correccional, ¿po- dremos contemplar tranquilamente este estado de cosas en medio del cual vivimos? Estas consi- deraciones no son imaginarias, no están dictadas por temores quiméricos; se trata de hechos consu- mados. No es necesario describir esos aflictivos cuadros de crímenes que sirvientes pérfidos y ale- vosos ofrecen de vez en cuando á la sociedad, llenándola de indignación y horror; ni citar ejem- plos de hogares saqueados por domésticos infieles que habían sido ya penados por los tribunales; “matrimonios divididos por calumnias de un sir- viente, muchas veces culpable de semejante delito; personas jóvenes desviadas del sendero de la virtud y del honor, por sugestiones venales de seres perversos y degradados. Los hechos son tantos
