POLÍTICA DOMÉSTICA 19
La caridad y la obediencia son los ejemplos de su vida; la felicidad y la paz su recompensa.
La prudencia va delante de ella, y la virtud la acompaña.
Su mirada tiene el lenguaje de la ternura; pero el pudor brilla en su frente.
El hombre licencioso enmudece ante ella, por- que el respeto que su virtud inspira le impone si- lencio.
Su corazón es el asilo de la bondad: nunca sospe- cha mal de los demás.
¡Dichoso el hombre que la tiene por esposa! ¡Di- choso el niño que la llama madre!
Dirige su casa, en la cual mora la paz; manda juiciosamente y es obedecida.
Levántase temprano, inspecciona su casa y da á cada uno la ocupación más conveniente.
El cuidado de su familia es su mayor placer, el único en que fija su atención; en su casa existen siempre el orden y la sencillez.
Con la prudencia de su conducta hace honor á su marido, y él, con silencio delicioso, oye ala- barla.
Forma el corazón de sus hijos para la virtud, y despierta en él los afectos generosos.
Sus palabras son ley para sus hijos, y con sólo una mirada les hace obedecer.