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208 POLÍTICA DOMÉSTICA

las buenas costumbres debe ser regla severamente aplicada en el gobierno doméstico. Hay sirvientes muy hábiles para hacerse perdonar su corrupción, en gracia á sus cualidades agradables ó á la sagaci- dad con que saben lisonjear los caprichos de sus amos, y manejarse de manera que siempre se tenga cierta tendencia á no mirar sus faltas ó á traspa- sar los límites de una razonable indulgencia. Nin- guna ama de casa puede obrar con tal tendencia, sin desertenderse del importantísimo deber social que vamos á considerar.

Los jefes de familia son responsables de la autori- dad que ejercen sobre sus subordinados, y deben tener siempre presente que del buen ejercicio de esa autoridad depende mucho el bienestar de la sociedad. En efecto, ¿qué es la sociedad sino un conjunto de familias que se proponen alcanzar unos mismos fines, por vivir bajo unas mismas leyes? Si cada familia guardase vivas en su seno las tra- diciones conservadoras del orden moral, la tarea de los gobiernos quedaría muy simplificada, y la reforma de las costumbres se efectuaría por sí misma, sin inquietudes ni perturbaciones. Declá- mase, elocuentemente sin duda, sobre la corrup- ción de nuestro siglo, sobre los sufrimientos de la gente pobre, sobre la falta de armonía entre las diferentes clases sociales; mas nadie cuida de ata-