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210 POLÍTICA DOMÉSTICA

debe ser máxima de todo gobierno. La persona que carece de energía y siempre muestra dulzura, es incapaz de gobernar una casa.

Uno de los defectos más difíciles de ocultar es la debilidad del carácter, y hay criados que la ex- plotan hábilmente: cuando no pueden hacer su ne- gocio con la lisonja, procuran imponer sus deseos, guardándose muy bien de manifestar desde luego las exigencias que ellos se proponen hacer aceptar, y poco á poco van realizando aun sus caprichos. Llega un momento en que casi consiguen ser amos de la casa; toda la familia soporta, murmurando, esta autoridad usurpada, á la cual ha dado naci- miento la debilidad de la señora de la casa; y no es difícil comprender que un hogar en que pasan tales abusos, está entregado á las leyes del capricho y á las agitaciones de la anarquía; pues un poder cuyo derecho es tan absurdo, levanta siempre resis- tencias y recriminaciones. Preciso es, por lo tanto, precaverse contra las consecuencias de la debilidad, y, para evitarlas, no tolerar á los criados ningún acto que tenga viso de predominio; pues como la naturaleza humana no tiene inclinación á la de-